Quizás por cuestiones económicas o familiares a veces tiramos por tierra trabajos que podrían tener un potencial único y no sabemos verlo. Porque claro, el amigo de mi amigo que muy amigo de mi primo sabe hacer lo que estoy pidiendo y “es barato”. Así empieza el principio del fin para el diseño gráfico. La frase “es barato” tiene connotaciones positivas y negativas, aunque mucha gente no se dé cuenta. Porque ¿hasta qué punto consideramos que un trabajo/servicio es barato? Es decir ¿Es barato porque nos lo hace un amigo? O ¿Es barato porque en el otro estudio me pidieron 300€ y aquí en la imprenta me piden 50€?
La realidad es la siguiente: te puede salir barato porque te lo está haciendo tu amigo diseñador, pero sabes que tiene un gran potencial en diseño y te hará un cartel muy a fin a lo que pedías desde el principio. En cambio, si al final acabas yendo a una imprenta que te van a cobrar menos porque “es barato” obtendrás aquello por lo que pagas: un cartel sacado de un banco de imágenes, sin exclusividad y sin apenas diseño. Esto al principio tendrá connotaciones positivas para ti, porque te has ahorrado dinero, pero a su vez, tendrá connotaciones negativas, puesto que has apostado por lo barato y en la imprenta no sabrán sacar todo el potencial que pedías en el cartel para tu evento ¿Qué ocurrirá? Que, probablemente, la mayoría de gente no se fije, ni se pare a leer tu cartel, porque no les llamará la atención. Entonces ¿“es barato” o pagas un precio justo por ello?
A veces, debemos diferenciar y valorar las profesiones de las personas. Puesto que, un diseñador gráfico ha estudiado por y para el diseño, sabe perfectamente qué tiene que usar y qué no. En cambio, en una imprenta no son profesionales del diseño. Tienen idea a la hora de manejar los programas que puede manejar un diseñador como PhotoShop o Illustrator (entre otros) pero no saben aplicarlos correctamente al diseño. En la imprenta sabrán usar estos programas para ver el tema de color de impresión, medidas o formatos. Por ello, hay que saber valorar las profesiones. Porque tú no dejarías que un pintor te arregle una cañería ¿verdad?
La diferencia en todo esto es que un diseñador gráfico hará un análisis previo, un briefing, tendrá en cuenta colores, tipografías, imágenes, entre otros y, sí sabrá sacar potencial a tu cartel, desde el principio.
Un ejemplo clave para que entendáis de lo que os estoy hablando es el cartel de gira de Metallica y la San Francisco Symphony. Como se puede apreciar en la imagen, el diseñador gráfico ha hecho un análisis previo y ha sabido qué elementos meter en el cartel para que todo quedará acorde y, además, llamará la atención del público. Utiliza un violín, instrumento referente a la San Francisco Symphony y muy asociado a la música clásica. En la parte central aparece el logo de Metallica, rompiendo el instrumento. Esa destrucción se asocia al estilo músical del grupo, thrash metal. Para acabar de coronar la ilustración, mantiene los trozos del violín con las aperturas que simboliza la “S” de Symphony y el 2, referente a la segunda gira que hacen en conjunto. En general, un cartel muy llamativo y que indica correctamente a lo que va dirigido.
Todos los elementos que se pueden ver en el cartel no están ahí por pura casualidad. Están ahí porque la empresa encargada ha valorado, desde el principio, que ese era el trabajo de un diseñador gráfico. Y este ha hecho su trabajo, ni más ni menos.
Debemos saber y valorar el trabajo y no valorar lo invalorable por ahorrarte algo de dinero. Porque lo único que vas a conseguir es gastarte más dinero, ya que lo barato, siempre, sale caro.
Y tú ¿valoras lo invalorable?